viernes, 30 de noviembre de 2012

Impresionismo musical





La música impresionista es la tendencia musical que surgió en Francia a finales del siglo XIX. El nombre Impresionismo ya se usaba antes para denominar a la pintura de los años 1860 - 1870, ya que las características de ambas artes eran muy similares. Los dos únicos autores a los que podemos llamar impresionistas en aquella época son Claude Debussy y Déodat de Séverac, aunque este último no esta tan reconocido como gran parte de autores posteriores. Sin embargo, Claude Debussy es el autor impresionista más notorio, junto con el también francés Maurice Ravel.










Características del Impresionismo

El impresionismo, tanto en música como en otras artes, surge a partir de la idea de expresar las ideas de una manera en cierto modo insinuada. Por ejemplo, En la primera fotografía, se puede observar el Parlamento Británico retratado de un modo en el que apenas se puede intuir su forma.



Características de la música impresionista:

- Un tempo más libre, y con capacidad de un rubato a gusto del intérprete (siempre respetando las indicaciones del autor).
- Utilización de los modos, introduciendo numerosas variaciones de cada uno, e incluso inventándolos (como en la obra Syrinx para solo de flauta de Claude Debussy). No sólo se utilizan modos clásicos, ya que también es muy frecuente encontrar escalas propias de diferentes etnias.
- Experimentar con el timbre, convirtiendo a este en el factor más importante de la música impresionista. De esta manera, se conseguían efectos nunca vistos antes en la música. El preludio de Claude Debussy La Cathédrale Engloutie es un claro ejemplo de los diferentes timbres y sensaciones que pueden escucharse en una misma obra.


Autores como Gabriel Fauré o Camille Saint-Saëns se atrevieron a experimentar con la música de su época, y a crear algo diferente a las obras de entonces. Pero fue Claude Debussy el primero en crear una música totalmente diferente a la anterior, y nunca antes escuchada.







Principales autores impresionistas:


- Claude Debussy

Sin duda, Claude Debussy es el autor impresionista por excelencia, creador de una de las músicas más poderosas y más originales de la historia, que nos transporta a espacios más propios de la mitología de la Antigua Grecia, o de los sueños, siempre sin olvidar la esencia del París bohemio de finales del siglo XIX. Su música es en cierto modo "brumosa", evocando cantos lejanos y ecos, y constantemente cambiante e impredecible.
Otra de las características esenciales en su música, es la creación de un motivo musical sencillo y repetitivo al comienzo, que va variando a lo largo de toda la obra, y aunque no se perciba a simple vista, está presente en todas y cada una de las frases de esta.
En muchas ocasiones se le ha considerado Simbolista, en lugar de Impresionista. Se dice también que Debussy prefería a pintores acuarelistas como Constable y Turner antes que a los pintores impresionistas de su época, y que era en sus cuadros en los que encontraba lo que él quería hacer con su propia música.





- Maurice Ravel


Su obra, frecuentemente vinculada al impresionismo, muestra además un audaz estilo neoclásico y, a veces, rasgos del expresionismo, y es el fruto de una compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para orquesta. Reconocido como maestro de la orquestación y por ser un meticuloso artesano, cultivando la perfección formal sin dejar de ser al mismo tiempo profundamente humano y expresivo, Ravel sobresalió por revelar «los juegos más sutiles de la inteligencia y las efusiones más ocultas del corazón»

Los años que pasaban, y después de la muerte de Claude Debussy en 1918, Ravel fue considerado en adelante como el más grande compositor francés vivo. Después de haber superado los fracasos de los inicios de su carrera se encontraban ahora colmados de honores, y no fue sin desenvoltura que reaccionó al anuncio de su promoción al rango de Caballero de la Legión de Honor en 1920: se dio el lujo de rechazar la distinción.

Su primera obra maestra de la posguerra fue La Valse, poema sinfónico dramático comisionado por los Ballets Rusos de Serguei Diaghilev y estrenado en abril de 1920 en presencia de Stravinski y de Poulenc.

Fue a la memoria de Debussy que Ravel compuso más tarde su gran Sonata para violín y violonchelo que estrenó su violinista fetiche, Hélène Jourdan-Morhange.

Ravel fue un buen pianista sin llegar a ser un virtuoso (algunas de sus propias composiciones, en particular, el Concierto en sol, que él mismo soñaba interpretar, le siguieron siendo inaccesibles). Durante su gira americana en 1928, tocó su Sonatina, acompañó en su Sonata para violín y algunas de sus canciones.
En cambio, como director de orquesta, nunca igualó, incluso con mucho, su calidad como orquestación. Las dos grabaciones que dejó (un Bolero de 1930 y un Concierto en sol de 1932) y los testimonios de su época confirman que Ravel no era un virtuoso en el podio.





Principales obras impresionistas:


Claude Debussy

- Prélude à l'Après-midi d'un faune, (Preludio a la siesta de un fauno) para orquesta basado en Stéphane Mallarmé. (1891/septembre 1894).
- La mer, trois esquisses symphoniques pour orchestre (El mar, tres bocetos sinfónicos para orquesta) (agosto 1903 - 5 marzo 1905).
- Images, pour orchestre (1905-1912)
- Préludes - Premier Livre y Deuxieme livre, para piano, entre los que destacan La fille aux cheveux de lin y La cathédrale engloutie (diciembre 1909 - febrero 1910)
- Suite bergamasque, para piano, entre los que destaca Clair de Lune.

Isaac Albéniz

- Suite Iberia, para piano (1905).
- La Vega, para piano (1898).
- Azulejos, (acabada por Enrique Granados), (1909).
- Navarra, Acabada por Deodat de Severac.







Manuel de Falla

- Noches en los jardines de España, para piano y orquesta (1876-1946).
- El sombrero de tres picos, Ballet (1919).







Maurice Ravel

- Jeux d'eau (Juegos de agua), para piano (1901).
- Ma mère l'oye, para piano a cuatro manos (1910).
- Gaspard de la nuit, para piano (1908).
- Dafnis et Chloé, para orquesta y coro (1909-1912).

Joaquín Turina

- Danzas fantásticas, para orquesta (1919)
- Sevilla, para piano (1908)
- Boléro, para orquesta (1928).








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