sábado, 22 de diciembre de 2012

El Tango




El tango argentino tiene necesariamente que empezar situándose, y, ésta localización, no puede ser otra que la de Buenos Aires y más concretamente lo que se conoce como el arrabal.

Es en el arrabal donde se desarrolla lo que se puede llamar el criollismo resentido de los suburbios frente al criollismo romántico del interior.

Es, el criollismo, un sentimiento muy propio del argentino, que le define no sólo físicamente si no también sentimentalmente, lo auténtico se hace en Argentina a la criolla, viene a ser una forma de identificación nacional, una forma de enriquecer su propio ser, cosa a la que todo argentino aspira.






Por orilleros, también, eran conocidos los habitantes del arrabal. Podemos asimilar los versos orilleros y con acento gauchesco a Joaquín Castellanos y a Almafuerte (Pedro B. Palacios) con sus "milongas " pero, éstos no eran escritores de letras de tango. Evaristo Carriego como poeta y romántico fue el primer espectador de nuestros barrios pobres y para la historia de nuestra poesía ésto es importante. Las letras del tango nacen en el arrabal, allí en la calle Corrientes.

Allí en las casas malas del barrio del Temple se bailaba el tango, en estos salones que por diez centavos había habitación y compañera. La guitarra, el bandoneón y el barrio se unen, es la música de la calle, pues, es Buenos Aires, quien lo crea y quien lo vive.

En las orillas se representó el tango y al mismo tiempo las definió el propio tango y el arrabalero, cada tango nuevo fue redactado en este idioma popular marcado por la sombra de Buenos Aires.

Muy cerca del tango se encuentra la milonga y, sin duda, en ocasiones se complementan cuando se escuchan, sin embargo, el tango ha alcanzado una tan marcada personalidad que lo aleja y lo distancia de la milonga.

Mientras que, la música del tango se asocia en un principio a los burdeles, la milonga fue siempre mas representativa del barrio, su versión corriente es como un infinito saludo, los aires y los argumentos suelen cambiar pero lo que no varia es la entonación del cantor que parece mas bien un contador de historias.





El tango está y vive en el tiempo, en los desaires y contrariedades que la vida nos causa y siendo como fue su origen tan local y tan concreto, con unos personajes y un ambiente tan característico, ha llegado a adquirir una dimensión universal que para muchos admiradores de sus notas se les hace eterno.

En una versión, que podríamos llamar sentimental, el tango habría nacido en el suburbio, en los conventillos, el patriciado lo habría rechazado al principio; hacia 1910, siguiendo el ejemplo de París habría franqueado las puertas de los aristócratas.

Otros muchos acuerdan que el origen del tango esta en los lupanares donde surgiría hacia 1880 o 1890 recibiendo, posteriormente, quizás alguna influencia del apache francés.

Su instrumental primitivo son las orquestas formadas por: guitarra, piano, flauta, violín, incorporándose después el bandoneón y el bajo.




En el tango siempre se han advertido dos manifestaciones, una de índole sexual y otra pendenciera, modos que al fin son la manifestación de un mismo impulso que genera el hombre, al fin es posible que pelear pueda ser una fiesta.

El tango antiguo, como música, es como la misma música en general, voluntad y pasión, aquel tango antiguo, suele transmitir esa belicosa alegría cuya expresión verbal ensayaron en edades remotas otras culturas en el mundo.

La música del tango va literalmente, en algunos casos, al ritmo del corazón, no llega a ser totalmente sexual, pero si es sensual y sentimental, según las diferentes canciones. Es una expresión de sentimientos que a veces se refieren a la pareja o en general a la propia vida, al fin, todo es siempre un amor sentimental ya se refiera a una ciudad, a un hecho, a una mujer o a un hombre. Sólo el universal sentimiento humano podía habernos unido en su ilusión, en la propia ilusión del tango.




Al principio el tango no tuvo letra, y cuando la tuvo era casual o se nutría de historias gauchescas, entonces los arrabales no eran materia poética. Después el género empezó a historiar las vicisitudes locales centrándose especialmente en el amor clandestino o sentimental, de recriminación, de odio, de burla y de rencor, toda la ciudad con su más íntimo latir fue entrando en el tango, todo lo que mueve a los hombres desde el deseo a las intrigas más bajas, así se fue formando una especie de "comedia humana " de la vida de Buenos Aires.

De esta forma, fue convirtiéndose el tango argentino en un espejo de la realidad de los bonaerenses a la vez que un influjo sobre ellos mismos.

El tango en sus orígenes fue quizás ingenuo pero alegre y valeroso, posteriormente, adopta un aire pesimista que con gran lujo, recrea las desdichas propias y las desvergüenzas ajenas.





El tango es un género musical tradicional de Argentina y Uruguay, nacido de la fusión cultural entre emigrantes europeos, descendientes de esclavos africanos y de los nativos de la región del Río de la Plata. Musicalmente suele tener forma binaria (tema y estribillo) o ternaria (dos partes a las que se agrega un trío). En esencia, es una expresión artística de fusión, de naturaleza netamente urbana y raíz suburbana («arrabalero»), que responde al proceso histórico concreto del mestizaje biológico y cultural de la población rioplatense pre-inmigración y la inmigración masiva, mayoritariamente europea, que reconstituyó completamente las sociedades rioplatenses, a partir de las últimas décadas del siglo XIX.

Su interpretación puede llevarse a cabo mediante una amplia variedad de formaciones instrumentales, siendo las más características el cuarteto de guitarras, el dúo de guitarra y bandoneón, el trío de bandoneón, el piano y contrabajo, así como la orquesta típica o el sexteto.

Enrique Santos Discépolo, uno de sus máximos poetas, definió al tango como «un pensamiento triste que se baila»




Desde fines de los años cincuenta comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos como Mariano Mores y Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Ástor Piazzolla.
Ástor Piazzolla alternaba entre las tardes de música clásica en el Teatro Colón y su pasión por Ígor Stravinski y Béla Bartók, con las noches de tango, y su desempeño como bandoneonista y arreglador musical de la orquesta de Aníbal Troilo (1914-1975). Fusionando creativamente las influencias más diversas, Piazzolla introdujo en el tango armonías disonantes y bases rítmicas intensas y nerviosas que produjeron una transformación radical del género.
La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Ástor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron un valsecito tanguero, Balada para un loco, interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que Balada para un loco ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.





Piazzolla aportaría composiciones fundamentales como sus Cuatro estaciones porteñas (Verano porteño, Otoño porteño, Invierno porteño y Primavera porteña), la serie del ángel (entre ellas Milonga del ángel y La muerte del ángel), Libertango, Decarísimo y por sobre todas Adiós Nonino, a la muerte de su padre.
Piazzolla también aportó decisivamente a la renovación instrumental del tango con su octeto, que incluía instrumentos hasta entonces absolutamente ajenos al tango, como los eléctricos (guitarra, bajo, teclados, sintetizador), la batería y el saxo. También con él ingresaron al tango instrumentistas de excepción como el violinista Antonio Agri y el guitarrista Cacho Tirao, y un cantante como José Ángel Trelles quienes sumarían sus talentos a experimentados del género como Enrique Kicho Díaz, Osvaldo Manzi o Jaime Gosis entre otros. Piazzolla también realizó una audaz fusión tango-jazz con el saxofonista estadounidense Gerry Mulligan en 1974 (registrado en el álbum Reunión cumbre) e influyó considerablemente en el subgénero conocido como rock nacional argentino, desarrollado a partir de la segunda mitad de los años sesenta.

Desde hace pocos años (comenzando precisamente a partir de determinados períodos de la obra de Piazzolla) se observa que el fenómeno de aculturación mundial que deriva en fusiones musicales entre lenguajes, si bien de origen geográfico cierto, considerados como universalmente difundidos (jazz, rock, heavy metal, música electrónica) y músicas étnicas o locales, también ha llegado al tango. Se trata de fusiones del tango con el jazz, el rock, el heavy metal y la electrónica, siendo esta última la más difundida, con ejemplos tales como Bajofondo Tango Club, Idealtango, Narcotango, Gotan Project y Tanghetto. Entre aquellos que fusionan con el jazz, se puede encontrar al saxofonista y compositor Jorge Retamoza, al pianista Adrián Iaies, el contrabajista Pablo Aslan o al saxofonista Miguel de Caro, entre otros. Existen fusiones vinculadas con el metal en bandas como Arraigo, quienes incorporan instrumentos y melodías de tango, entre otras expresiones del folclore río platense.

Además, existen diversas orquestas en su mayoría conformadas por jóvenes músicos que pretenden rescatar y reinterpretar con nuevos códigos el tango, entre ellas se destaca 34 Puñaladas, Las Bordonas, Altertango, Alfredo Piro, y Astillero. A partir de los años noventa, varios músicos provenientes del rock nacional, como Daniel Melingo y Rodolfo Gorosito (Trío Gorosito-Cataldi-De la Vega) se volcaron al tango.




En los años noventa comenzó el movimiento denominado La Guardia Joven. Esta generación joven es la encargada de hacer una síntesis de épocas. Sus repertorios incluyen tanto composiciones propias como obras de La Guardia Vieja (finales del siglo XIX hasta 1924 aprox.), la Guardia Nueva o Guardia Decareana (desde 1924 aprox. hasta los años cuarenta), la Edad de Oro del tango (a comienzo de los años cuarenta hasta finales de los cincuenta) y la Edad Contemporánea del tango (con su superlativo exponente Ástor Piazzolla). Se caracteriza por dejar de lado viejas rivalidades del tango (antinomias entre orquestas, cuestionamientos a la obra de Piazzolla, etc.) y a partir de dicha integración, colaborar a un nuevo renacer del tango. El maestro Rubén Juárez participa con muchos de ellos de las hoy ya históricas «Recaladas», funcionando como eslabón de generaciones. Algunos de los más destacados exponentes son: Amores Tangos, Ariel Ardit, China Cruel, Chino Laborde, Conciertos Atorrantes, Cristian Zárate, Diego Schissi, Esteban Riera, Hernán "Cucuza" Castiello, Hernán Genovese, Horacio Romo, La Chicana, Lautaro y Emiliano Greco, Lidia Borda, Orquesta El Arranque, Orquesta Típica Fernández Fierro, Pablo Agri, Pablo Mainetti, Rascasuelos, Sexteto Milonguero, Sonia y Hernán Posetti, Tangocontempo y Viviana Scarlassa.





Los compositores de letras y música se suelen centrar en ejercicios de nostalgia de lo que fue, llantos por lo perdido, esencialmente tristes aunque la tonada sea alegre.

Tal vez la misión del tango sea esta: dar a los argentinos la certidumbre de haber sido valientes, de haber cumplido ya con las exigencias del valor y el honor.


Temas:

- El arrabal

El tango es un arte de raíz suburbana, «arrabalero», derivado de su naturaleza popular. Cabe destacar el diferente origen de suburbio y arrabal, ahora considerados sinónimos. Arrabal es una palabra de origen árabe, que significaba ‘fuera de los muros’ en el caso de la ciudad amurallada de Montevideo. Surge y se desarrolla en los barrios de trabajadores que rodean a las ciudades rioplatenses: el «arrabal». Para el tango el arrabal es la musa inspiradora, el lugar de pertenencia que no se debe abandonar, ni traicionar, ni olvidar. Por sobre todas las cosas, el tanguero es un hombre (y una mujer) «de barrio». En el lenguaje del tango, el arrabal y el centro componen dos polos opuestos: el arrabal, muchas veces unido indisolublemente a los amigos y a «la vieja», expresa lo verdadero y lo auténtico, en tanto que el centro suele expresar lo pasajero, «las luces» que encandilan, el fracaso.
El sentimiento de pertenencia al arrabal ha llevado al tango a construir culturas de barrio, a darles personalidad. Sobre todo en Buenos Aires y Montevideo, el tango está indisolublemente ligado a la identidad de los barrios. La ciudad del tango es una ciudad vivida desde el arrabal.

- El desengaño

El desengaño amoroso como tema central del tango es un lugar común, aunque sólo parcialmente cierto. Probablemente lo que llama la atención en la forma en la que el tango aborda el desengaño amoroso, sea el contraste del hombre «duro» y orientado al machismo, emocionalmente restringido, que se abre en las letras del tango, mostrando su interioridad y la profundidad de su sufrimiento. En el tango los hombres lloran y hablan de sus emociones, en un mundo en el que los hombres no deben llorar ni exponer sus sentimientos.







- Deseo sexual y tristeza

El deseo sexual, sublimado en sensualidad, y la tristeza o melancolía, derivada de un estado permanente de insatisfacción, son los componentes centrales del tango. En sus orígenes esos sentimientos afloraron de la dura situación de millones de trabajadores inmigrantes mayoritariamente varones, solitarios en una tierra extraña, acudiendo masivamente a los prostíbulos, donde el sexo pago acentuaba «la nostalgia de la comunión y del amor, la añoranza de la mujer» y la evidencia de la soledad.55 El tango emergió así de un «resentimiento erótico» masivo y popular, que condujo a una dura reflexión introspectiva, también masiva y popular, sobre el amor, el sexo, la frustración y finalmente el sentido de la vida y la muerte para el hombre común.
En el curso del siglo XX y con la importancia que adquirió la sexualidad y la introspección, así como una visión existencial y menos optimista de la vida, el tango desarrolló sus componentes básicos como una expresión artística notablemente relacionada con la problemática del hombre contemporáneo. Ernesto Sábato reflexiona que la reunión en el tango de componentes marcadamente existenciales con el temple metafísico, es lo que hace de esta danza o estas canciones una expresión artística singular en todo el mundo.

- El hacer diario

Existe también poesía y prosa tanguera o lunfarda, creada sin ser pensada para formar parte de una canción. Entre ellos puede citarse a Julián Centeya, Celedonio Flores, Evaristo Carriego, Atilio Jorge Castelpoggi, Carlos de la Púa, Martina Íñiguez, Orlando Mario Punzi, Juan Carlos Lamadrid, Luis Luchi, Héctor Gagliardi, entre muchos.


- El tiempo

La reflexión sobre el tiempo es una característica muy especial de las letras de tango, quizás tanto o más que el desengaño amoroso mismo. Prácticamente todos los tangos contienen una mirada desgarrada sobre el efecto destructivo del tiempo sobre las relaciones, las cosas y la vida misma. Por sobre todas las cosas el poeta tanguero manifiesta su impotencia ante esa «fiera venganza la del tiempo»59 y expresa «el dolor de ya no ser».





El tango tiene compás de 4/4 (a pesar de que se le llama «El dos por cuatro») y forma binaria (tema y estribillo).
Jorge Luis Borges destacaba que la música de tango está tan conectada con el mundo rioplatense que cuando un compositor, de cualquier otra parte del mundo, pretende componer un tango «descubre, no sin estupor, que ha urdido algo que nuestros oídos no reconocen, que nuestra memoria no hospeda y que nuestro cuerpo rechaza». Esa característica fuertemente local del tango, imbricada con el ritmo y la musicalidad del lenguaje rioplatense, ha sido reiteradamente señalada.
Una de las primeras características de la música tanguera fue la exclusión de los instrumentos de viento-metal y percusión, quitándole estridencias con el fin de construir una sonoridad intimista y cálida, capaz de transmitir la sensualidad que lo definió desde un principio.

Clásicamente, el tango se interpreta mediante orquesta típica o sexteto y reconoce el bandoneón como su instrumento esencial.
Se ha dicho que «bandoneón y tango son la misma cosa». De origen alemán, fue adoptado por los tangueros al iniciarse el siglo XX para reemplazar la presencia inicial de la flauta y completar el sonido inconfundible del tango. Cátulo Castillo le atribuye «...al bandoneón la definitiva sonoridad de lamento que tiene el tango, su inclinación al quejido, al rezongo».


El bandoneón le impuso al tango su definitiva forma compleja, integrando la melodía en una base simultáneamente rítmica y armónica.

Esta complejidad melódica-rítmica-armónica, fue fortalecida más adelante con la incorporación del piano, en sustitución de la guitarra, y el desarrollo de una técnica de ejecución especialmente tanguera, fundada en la percusión rítmica. De este modo la base instrumental del tango queda definida como cuarteto de bandoneón, piano, violín y contrabajo (puede haber guitarra).
Sobre sus instrumentos se conforma la orquesta típica de tango, inventada originalmente por Julio de Caro en los años veinte y consolidada principalmente en forma de sexteto con la siguiente integración: piano, dos bandoneones, dos violines y contrabajo. La orquesta de tango, propiamente dicha, sigue el mismo esquema, ampliando el grupo de bandoneones, y agregando violas y violonchelos al grupo de las cuerdas.





El tango nació como música instrumental exclusivamente para ser bailado. Con el tiempo incorporó el canto, casi siempre solista, eventualmente a dúo, sin coro, pero manteniendo de manera bastante marcada la separación entre tangos instrumentales y tangos cantados.
En las primeras décadas del siglo XX no había radio y el cine era mudo, así que el teatro era muy popular. Pascual Contursi, Celedonio Flores, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi por citar algunos, fueron gente de teatro y escribían versos para las obras, algunos en lunfardo. Es lógico decir que la canción de tango fue alumbrada por el teatro y se suele comparar el tango con una pieza de teatro dramática: el cantor de tango está relatando precisamente un drama. Esto gracias también al propio Carlos Gardel, quien elegía interpretar y poner melodía a los versos que retratasen mejor los sentimientos del hombre de la ciudad, sus personajes, su lenguaje, sus lugares e idiosincrasia y, en especial, el espíritu de la gente.

La poesía tanguera tiene la inhabitual característica de ser considerablemente compleja, con el uso de metáforas y reflexiones filosóficas y al mismo tiempo muy popular, sobre todo en los estratos más humildes de la población. Imágenes como «el misterio de adiós que siembra el tren» que utiliza Homero Manzi en Barrio de tango (1942), o «las nieves del tiempo platearon mi sien» de Carlos Gardel en Volver (1935), o «tu mezcla milagrosa de sabihondos y suicidas» creada por Enrique Santos Discépolo en Cafetín de Buenos Aires (1948), o «tinta roja en el gris del ayer» que Cátulo Castillo puso en Tinta roja (1941), reúnen una alta complejidad poética y al mismo tiempo una alta popularidad, que ha persistido con los años.





La coreografía, diseñada a partir del abrazo de la pareja, es sumamente sensual y compleja. La complejidad de los pasos no hace a la expresión o a lo que se quiere trasmitir durante el baile. Se trata de expresar un sentimiento pleno de sensualidad y no de sexualidad, donde lo primordial no son sólo los pasos o las figuras que hacen los bailarines con los pies. De nada vale una técnica perfecta, o una sincronización perfecta, cuando la expresión facial de los bailarines no trasmiten sentimientos. Todo en la danza del tango está unido, las miradas, los brazos, las manos, cada movimiento del cuerpo acompañando la cadencia del tango y acompañando lo que ellos están viviendo: un romance de tres minutos, entre dos personas que a lo mejor recién se conocen y que probablemente no tengan una relación amorosa en la vida real.
El tango trasciende y llega al corazón de los que contemplan a los bailarines, gracias a los sentimientos que ellos ponen en el baile y obviamente a la calidad de sus coreografías. Cada estrofa musical, cada pasaje, cada tango tiene distintos momentos, no se puede bailar un tango completo siguiendo un patrón de conducta idéntico para toda la melodía. Hay cadencias tristes, alegres, sensuales o eufóricas, finales silenciosos o grandiosos, música in-crescendo o música in-diminuendo, solo expresa sentimientos y estos son los que los bailarines transportan a sus pies y a su cuerpo todo.

En la pareja varón-mujer tradicional los roles de género están sexualmente definidos. Esto quiere decir que en la pareja de tango es el hombre quien crea y dirige el baile y la mujer es quien lo sigue, aportando belleza y sensualidad.
A fines del año 2000 surgió en Alemania un movimiento, autodenominado tango queer, que propone bailar el tango sin que los roles estén fijos al sexo de quienes lo danzan. Por lo tanto, en este estilo, son frecuentes parejas de baile del mismo sexo y se intercambian los roles de conductor y conducido. Desde Alemania el movimiento se fue extendiendo a distintas partes del mundo, promovido por las organizaciones LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y personas transgénero). Se celebran festivales de Tango Queer en la Argentina, Dinamarca, Suecia, y Estados Unidos.




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