Brahms:
Johannes Brahms, el gran compositor alemán conocido como la "tercera B"(después de Bach y Beethoven), no creía en ningún dios.
Johannes Brahms no buscó la inmortalidad, pero la alcanzó de todos modos: no en los hijos, ni en el cielo, si no en la belleza que legó al mundo.
Aunque era un librepensador en cuestiones de religión, Johannes estudió minuciosamente la Biblia más allá de los requerimientos de su confirmación protestante. Desde entonces "la música se convirtió en la religión de Brahms".
Brahms admiraba la música de Dvoràk, a quien ayudó económicamente cuando el joven bohemio era un problemático escritor. En años posteriores tuvieron la oportunidad de ser bien conocidos. "Mientras los dos hablaban", escribe Swafford acerca de una de sus largas conversaciones, "Brahms divagaba de su agnosticismo, su creciente interés en Schopenhauer, el filósofo del pesimismo (el favorito de Wagner)". En el camino de regreso a su hotel con el violinista Josef Suk, Dvoràk iba pensativo y callado. Súbitamente exclamó con verdadera angustia:-¡Semejante hombre, semejante almabuena, y no cree en nada! ¡No cree en nada!.
Cuando al joven Brahms le fue presentado Franz Lizst en una reunión de amigos, estaba tan nervioso que no quería tocar el piano. Amablemente, Lizst recogió de una mesa el scherzo del joven compositor, y lo tocó con tal genialidad que el propio Brahms estaba muy asombrado. Un rato después, se le solicitó a Lizst que tocara una de sus propias sonatas, un trabajo reciente del que estaba muy orgulloso. Al llegar a la porción más expresiva de la pieza, miró alrededor para ver si estaba teniendo el impacto emocional deseado en los oyentes, y se sorprendió de encontrar a Brahms roncando cómodamente en el sillón.
Una vez Brahms se encontró arrinconado por un grupo de señoras muy conversadoras. Habiendo hecho varios intentos infructuosos para escapar, Brahms encendió un enorme cigarro. Las damas, envueltas en humo, reprocharon al compositor sus malos modales:-"Un caballero no fuma en la presencia de una dama", dijeron. A lo que Brahms respondió:-"Señoras, donde hay ángeles también deben haber nubes".
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