La gran diferencia entre el ruido y el sonido es que el primero nos resulta desagradable de escuchar y el segundo no. Por ejemplo, nuestra ciudad está llena de ruidos como las ambulancias, las bocinas, alarmas de coches, etc. El ruido generalmente produce una sensación de estrés e irritamiento.
El sonido en tanto, es placentero y agradable de escuchar. Se asocia a la música y produce sensación de relajo y bienestar.
Esta diferencia se da porque las vibraciones que produce el ruido son de frecuencia irregular, sin alturas definidas. En cambio las vibraciones producidas por el sonido, son regulares y tiene altura definida.
Además de esto, debemos tener en cuenta la densidad del medio a través del cual se transmite el sonido. En las noches muy frías el aire es más denso, y en ellas se observa entre otras cosas, que los automóviles andan mejor, porque al motor le es suministrado el oxígeno con más abundancia; otra consecuencia de la densidad del aire es que los sonidos resultan más intensos. Por el contrario, el disparo de un cañón situado a gran altura en las montañas, donde el aire está enrarecido, es parecido al ruido que hace al estallar un petardo.
Cuando hallándonos a orillas del mar contemplamos las olas que embisten contra un acantilado o una escollera, sabemos que pueden rebotar, o sea, ser reflejadas; con frecuencia se rompen y deshacen, pues el efecto producido depende de la clase de superficie que han encontrado en su curso. Si ésta es lisa y plana, observamos que las olas rebotan como una pelota lanzada contra una pared.
Ahora bien, si el sonido consiste realmente en un movimiento de ondulación y si el darle ese nombre es algo más que una simple figura, es de suponer que puede reflejarse, y así sucede.
Claro que sí; aunque sean desagradables a nuestros oídos, los ruidos se producen por las mismas causas que las más delicadas notas musicales. Pero la diferencia está en lo siguiente; cuando nuestro oído recibe una nota musical, ha captado un conjunto de ondas regulares, mientras que al percibir un ruido, recibe ondas que son irregulares.
No sabemos por qué ha de considerarse como cosa agradable el efecto producido en el oído por las ondas regulares y como cosa desagradable el producido por las ondas irregulares; si bien parece natural que una serie continua y regular de impulsos, con tal que no sean demasiado fuertes, haya de impresionar de un modo agradable las células nerviosas del cerebro en las que reside la facultad de oír. Su objeto, en efecto, es recibir impulsos; y para todo ser viviente, el ejercer una función, hallándose en condiciones de perfecta salud, resulta siempre agradable. Podemos, por otra parte, hacernos cargo del motivo por el cual ha de serles desagradable a las células nerviosas recibir impulsos de ondas revueltas, desordenadas y sin ritmo alguno, las cuales, es de presumir, son capaces de desarreglar, dislocando, por decirlo así, el mecanismo de dichas células. La diferencia entre el sonido y el ruido puedo compararse adecuadamente a la que existe entre mecer un niño pequeño y sacudirlo. La sensación que experimenta el cuerpo al ser mecido con regularidad es calmante y placentera, en tanto que la producida por una serie de sacudidas es sumamente irritante. Estos dos casos nos dan una idea de lo que ha de ocurrirles a las células nerviosas: el sonido las mece y las arrulla, en tanto que el ruido las sacude y perturba.
Poca cosa nos falta decir en lo que se refiere al ruido, pues como es debido a ondas irregulares no hay en él nada definido que sea posible estudiar; mientras que, por el contrario, es cosa de suma importancia el estudio de aquellas ondas definidas y regulares que producen los verdaderos sonidos musicales.
Acaso el único punto que merezca ser mencionado en lo tocante a los ruidos es el efecto poderoso que ejercen en el cerebro, cuando se producen inesperadamente. El hecho de que un ruido suele causar sobresalto fue, sin duda, en un principio, de grandísima utilidad, pues constituía un aviso muy saludable tanto para los hombres primitivos como para los animales inferiores al acercarse un enemigo temido.
Por último, para pensar un poco sobre la música, veamos qué dijeron algunos personajes ilustres sobre ella:
Murray Schafer (compositor canadiense): “Música es una organización de sonidos (ritmo, melodía, etc.) producida con la intención de ser escuchada” (El compositor en el aula).
Arthur Schopenhauer (1778-1860. Filósofo alemán), dijo sobre el arte de la música: “No hay ninguno que obre más directa y hondamente, porque no hay ningún otro (arte) que revele más directa y hondamente la verdadera naturaleza del mundo” (El amor y otras pasiones).
Un dato interesante
El medio que transmite el sonido, dijimos que puede ser el aire, el agua o un medio sólido. El agua es un medio de transmisión más rápido que el aire, y el medio sólido, como puede ser una tubería de hierro, es más rápido aún que el agua. Más rápido significa que recorre más metros por segundo. El único medio que no transmite el sonido, es el vacío, por lo cual cuando vemos alguna película y escuchamos explosiones de naves espaciales en alguna galaxia, no estamos más que en presencia de una licencia poética de los directores.
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