lunes, 3 de septiembre de 2012

La viola


La viola o viol es un instrumento musical de cuerda, similar en cuanto a materiales y construcción al violín pero de mayor tamaño y proporciones más variables. Su tesitura se sitúa entre los agudos del violonchelo y los graves y medios del violín. Es considerada como el Contralto o el Tenor Dramático de la familia de las cuerdas. Las cuerdas de la viola están afinadas en intervalos de quintas: do, sol, re, la (siendo do la más grave). Al intérprete se le llama «viola» o «violista».



La aparición de la viola como heredera directa de la viella de cuerda (la viella es como un violín cuyas cuerdas se ponen en vibración por medio de un teclado; el arco es reemplazado por una cuerda pulida y frotada con colofonia) supone un avance importante en la historia de los instrumentos de arco.
Nacida entre los siglos XIV y XV, su cultivo empieza ya a tomar valor artístico a partir de este último siglo. Su primer método o tratado fue publicado en 1543 por Silvestro Ganassi dal Fontego, bajo el nombre de Régola Rubertina.
Se conocieron otros tipos de violas con el nombre de bastarda, di borbone, violone (en español violón, nombre de un tipo de viola de gamba documentado en Diego Ortiz), pomposa, etcétera
La viola pomposa fue inventada en 1720 por Johann Sebastián Bach y construida por el luthier de Leipzig, Hoffmann. Era de tamaño algo mayor que la actual viola y tenía cinco cuerdas que se afinaban por este orden, de grave a agudo: do, sol, re, la, mi. Este instrumento podía sujetarse a la espalda mediante una correa y sustituía al violonchelo en las notas altas de su tesitura. Pero a medida que la técnica del violonchelo fue perfeccionándose, la viola pomposa —por cierto incómoda y bastante difícil de tocar-, fue cayendo en desuso hasta llegar a quedar totalmente olvidada años más tarde.
Con ciertas diferencias de fabricación y tamaño, es un instrumento de cuerda semejante al violín, aunque afinado una quinta más bajo. Su tesitura es la del alto, nombre con el que se la conoce en muchos países. Se escribe con clave de do en tercera línea (excepto para las notas más agudas, en las que se recurre a la clave de sol), estando sus tres cuerdas más agudas afinadas como las tres más graves del violín. Participa como bloque en la orquesta y en los cuartetos de arco.






La viola que actualmente conocemos nace entre los siglos XVI y XVII con el nombre de viola da Braccio. Su tamaño es algo mayor que el violín. Sirve de puente sonoro entre éste y el violonchelo, lo mismo en el cuarteto de cuerda que en toda formación orquestal. Su timbre es muy bello aunque con tinte dulcemente opaco. Su tesitura central es la mejor y la que conserva además su verdadero carácter. Se sostiene con el brazo izquierdo en posición horizontal, al igual que el violín y se apoya su caja armónica de la misma manera que éste, o sea debajo de la barbilla.
Tiene cuatro cuerdas que se afinan con las notas do, sol, re, la (de grave a agudo subiendo en intervalos de quinta). Para su lectura musical emplea la clave de do en tercera línea y, cuando las notas son muy agudas, la clave de sol.
Su extensión es de más de tres octavas. Como todos los instrumentos de cuerdas frotadas por el arco, empleando armónicos naturales y artificiales su ámbito es mayor.





Su timbre es levemente nasal, aunque delicado y melancólico, poco brillante pero de una característica languidez. Aunque durante el último siglo ganó apoyo entre los compositores, fue usada como instrumento de "relleno armónico" tocando arpegios, escalas y otras figuraciones de acompañamiento.

Permite casi los mismos golpes de arco que el violín y excepto la tesitura y el mayor grosor de las cuerdas, su técnica de interpretación es idéntica a la del violín, aunque con un mayor tamaño en su tastiera (superficie sobre la que se presionan las cuerdas con los dedos de la mano izquierda, llamada diapasón). Las violas antiguas del XVII y XVIII (violas da gamba) eran más similares en su construcción al contrabajo actual (con agujeros en la tapa en forma de C en lugar de F) y mantenían los hombros más caídos que en el violín.

La viola tiene un timbre más tenue que el violín y de carácter algo indeciso. No permite expresiones violentas o brillantes. Su timbre es delicado y nostálgico y su posición intermedia entre el violín y el violoncelo la hace insustituible sea en el el trío de cuerda, en el cuarteto y naturalmente en la orquesta. En el registro agudo, este instrumento posee una penetrante intensidad que tanto ha hechizado a un buen número de compositores.

Posibilidades técnicas
Son parecidas a las del violín pero con menos agilidades, debido al mayor tamaño del instrumento.




La viola es conocida actualmente como un instrumento de cuerda frotada algo mayor que el violín; sin embargo, con este nombre se conocía en la Edad Media a todo cordófono de arco de varias piezas y fue ésta la primera denominación utilizada para definir a los instrumentos de cuerda frotada, tanto de brazo como de pierna.
Durante el renacimiento, la familia de la viola original se dividió en dos ramas: la viola da braccio y la viola da gamba. Las violas de brazo quedaron relegadas a las tabernas, en donde tocaban músicas populares; mientras que las violas da gamba eran exclusivas de las cortes más refinadas. Este instrumento acabó cayendo en desuso y el violín fue sustituyéndolo por su brillantez. Los compositores preferían dicho instrumento por su amplitud sonora y la agilidad en vez de la delicadeza de las violas da gamba.
En el barroco, el violín cobró la máxima importancia. La viola le gana en calidez y resonancia, y es casi tan manejable y ágil como el violín.
El papel de la viola es fundamental en la orquesta ya que da profundidad y apoyo a la armonía, la hace rica y aterciopelada. No debemos olvidar tampoco la gran variedad de obras compuestas para la viola solista o las sonatas para viola acompañada.
La viola tiene una reputación menor dentro de la cuerda pero se trata de un prejuicio arrastrado desde los orígenes de la orquesta moderna (s.XIX), cuando era asumida por violinistas en decadencia.




Su poder expresivo


La viola posee un notable poder expresivo. De acento más bien suave, recogido y algo melancólico, se presta más a pasajes de poco movimiento que excesivamente rápidos. Entre las obras orquestales que tiene asignada partes importantes figuran la Sinfonía concertante de Mozart y el poema sinfónico de Richard Strauss Don Quijote, ambas con carácter solista, amén de otras muchas cuya relación resultaría excesivamente prolija.
Grandes compositores, clásicos. románticos y modernos, apreciando las cualidades sumamente emotivas de este instrumento han escrito obras muy importantes como conciertos, sonatas, suites, etc., que justifican por sí solas la presencia del concertista de viola en las salas de audiciones. La viola es un instrumento de relevada importancia en la orquesta actual ya que colabora en que el sonido entre los instrumentos graves y los agudos no sea tan destacado, además de tener un sonido realmente intermedio que equilibra los sonidos de cuerda de la orquesta.







Sitio en la Orquesta

Las orquestas modernas cuentan con aproximadamente doce violistas en los primeros atriles a la derecha del director, entre los segundos violines y los violoncellos.

Su repertorio, aunque menos extenso que el del violín, contiene obras importantes además de su constante participación en la música de cámara. (Telemann, J. S. Bach, Mozart, Stamitz, Cambini, etc.). Posteriormente, en obras de Berlioz, Brahms, Schumann y Ricardo Strauss la viola tiene papeles destacados. Ya en nuestro siglo destacan los conciertos para viola y orquesta de G. David, Hindemith, Bloch y sobre todo el de Bela Bartok, sin duda el más difundido.





Grandes Obras

Mozart: Sinfonía concertante.
Weber: Der Freichütz (romanza).
Schumann: Marchenbilder.
Berlioz: Harold en Italia.
Joachim: Melodías hebreas.
Brahms: Dos lieder con viola obligada.
R. Strauss: Don Quijote (Sancho Panza).
Rubinstein: Sonata Op. 49.
Reger: Tres suites Op. 131.
Hindemith: Concierto, Sonatas

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