- 1. Dominio: Escalas, tríadas, acordes y arpegios no son ejercicios autónomos sino que son los ladrillos de construcción para crear música, aunque ningún compositor te diría eso. Saber cómo tocar dichos “ladrillos musicales” simplificará el proceso de aprendizaje y comprensión de cualquier melodía con que te encuentres. Por ejemplo: ese pasaje de escala en la sonata de Beethoven te será mucho más fácil de incorporar a tu interpretación si ya has aprendido y dominado la escala relevante y su digitación.
- 2. Claridad: ¿Haz oído últimamente un arpegio de 4 octavas perfectamente ejecutado? Pasar tiempo practicando estos ejercicios técnicos te podrá enseñar a escuchar al detalle para desarrollar un agudo sentido de conciencia que te permitirá “estar” el momento en que vayas a interpretar algo, es decir te permitirá estar consciente del lugar en el que estás y qué es lo que estás haciendo.
- 3. Comodidad: La técnica del piano no es sólo un juego de precisión, sino que también se basa en la incorporación y unificación de un gran número de conceptos físicos. ¿Te sientes cómodo cuando tocas? ¿Algo te duele? El trabajar con el maestro en resolver estos problemas por medio de la técnica puede resultar muy útil para el resto de la carrera.
- 4. Creatividad: El mito más común de aprender cualquier técnica del piano es que es aburrida. En realidad, parte del trabajo del maestro es introducir una dosis diaria de diversión en la práctica del alumno para que ésta le resulte gratificante, y no al revés. ¿Por qué no combinar los básicos ejercicios técnicos con el aprendizaje de conceptos musicales? A continuación presentamos algunas ideas para el maestro desorientado:
• Variar los dinámicos, de pp a ff, jugando con el crescendo y el diminuendo.
• Modificar las articulaciones: pruebe que su alumno intente tocar escalas con diferentes articulaciones y combinaciones de las mismas.
• Cambiar el orden: acomode el orden de los ejercicios según el tipo (por ej: escalas de octavas, tríadas, etc), clave. Haga que su alumno las toque todas y anote las dificultades; trabaje sólo en aquellas dificultades que se repitan con frecuencia.
- 5. Confianza: Es la noche de la presentación y estás esperando detrás del escenario. Entonces te preguntas: ¿He hecho mi trabajo? Si tu respuesta es no, probablemente experimentes el miedo genuino asociado con la ansiedad escénica y ello no es muy divertido. Por lo tanto es esencial que tengas confianza en lo que has podido aprender hasta el momento para que puedas salir al escenario y dar todo de ti sin que el miedo te lo impida.
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